A raíz de un hilo en Twitter de una madre relatando lo que les había pasado a sus hijas en un autobús de TMB se ha generado toda una serie de comentarios, noticias y especulaciones que han llegado incluso a acusar de intento de secuestro a un conductor de autobús. Se trata de una teoría a todas luces descabellada, que obvia la explicación del conductor, alimentada por los medios de comunicación y apoyada por la clase política, que aprovecha cualquier polémica para sus propios fines. En realidad, lo que relata esa madre no es más que el día a día de un conductor de autobús.
Pasa a diario que personas, jóvenes o mayores, hombres o mujeres, en autobuses llenos hasta los topes o vacíos, no solicitan parada. O bien la solicitan, y el autobús no la marca debidamente. Es habitual que esas personas pidan al conductor si les puede abrir fuera de parada, y de la misma manera, es lo normal que el conductor les diga que les abrirá en la próxima parada, no en cualquier punto en la calle. Los conductores de autobús tenemos prohibido abrir fuera de parada: es un acto peligroso, lo impide la normativa interna e incluso nos puede multar la Guardia Urbana. Por ese motivo, todos actuamos igual: no abrimos hasta la siguiente parada, que suele estar a entre 2 y 4 minutos de distancia de la anterior.
Ese es el caso de las dos jóvenes, una de ellas menores de edad. Tal y como nos ha manifestado el conductor que llevaba el H16, eran las dos únicas personas en el autobús y no solicitaron parada. Cuando una de ellas se dirigió al conductor preguntándole “¿cuándo nos vas a abrir?”, este le contestó que lo haría en la próxima parada. TMB es la responsable de mentir a una madre enfadada, respondiendo a su queja con evasivas. Debería haberle contestado la verdad: que efectivamente había localizado al conductor, y explicarle lo sucedido.
Es comprensible que por cualquier motivo a una persona se le pase pedir parada pero ese despiste no puede significar cargar contra la persona que está ejerciendo su trabajo tal y como se le exige. Y mucho menos que se le acabe acusando de directa o veladamente de delitos gravísimos. Nuestra presidenta Laia Bonet lejos de dar una explicación coherente y real, lanza un tuit donde asegura que no permitirá que un hecho similar vuelva a pasar en el transporte público de la ciudad. Lamentamos decirle que ese tipo de situaciones seguirán pasando a diario, a no ser que nos solicite que abramos puertas en todas las paradas, lo pidan o no los pasajeros. Aunque entonces las quejas vendrían por la perdida de velocidad comercial.